La evolución instauró en nosotros seis guías que acompañan al funcionamiento del cuerpo y la mente, con las que podemos orientar la energía y producir los resultados perseguidos por las fuerzas que silenciosamente dirigen nuestras vidas.
“La energía que tienes es prestada y algún día tendrás que devolverla” .
Los seres humanos somos un instrumento del universo que destaca por su nivel de conciencia y las capacidades de movilizar su energía hacia la sociedad. Le damos sentido y dirección a la vida con acciones de nuestra libre elección, orientadas a alcanzar lo que deseamos, con maniobras que dosifican el esfuerzo personal que realizamos.
El cuerpo y la mente humana, nuestra plataforma de operaciones guiada siempre por la energía del universo, han sido diseñados para que funcionen mediante procesos sofisticados, que se han ido perfeccionado durante miles de años de evolución. El sistema nervioso autónomo garantiza nuestra sobrevivencia, pues controla de forma automática todos los procesos vitales, la respiración, digestión, sueño, circulación, equilibrio, entre otros, de modo que no necesiten de nuestra supervisión.
Las seis guías
Comunicación. Con los sentidos recibimos la información del exterior, la interpretamos con la mente y damos nuestra respuesta, la cual se hace manifiesta en nuestras actitudes, decisiones y comportamientos.
Economía en el uso de los recursos, con lo que se persigue alcanzar los mismos resultados con el menor esfuerzo. Está presente en todos los procesos del cuerpo, altamente perfeccionados: El 97% del aprendizaje que hemos acumulado no cabe en nuestro pequeño cerebro consciente, por lo que se almacena en el subconsciente, listo para ser utilizado cuando lo necesitemos; los jugos digestivos solo aparecen cuando comemos y la adrenalina emerge en el torrente sanguíneo si nos sentimos amenazados; luego, estos químicos, se transforman en algo distinto.
Asociación. Una ventaja visible en todo el sendero de la evolución que nos permite llevar una vida más segura acompañados de la participación y colaboración de otras personas. Somos seres gregarios.
Autorregulación del funcionamiento del cuerpo y la mente. El control de la actividad de la vida para nacer, crecer, diferenciamos de otros, reproducirnos; todo ello para garantizar la salud, la estabilidad emocional y disciplina de nuestras actuaciones; encriptada en procesos complejos y novedosos que han dirigido la evolución y están orientados hacia la homeostasis, la tendencia a siempre retornar al equilibrio del cuerpo humano.
Autorreplicación del material genético: Un experimento exitoso con el cual se posibilita la conservación de la energía contenida en el aprendizaje evolutivo y milenario de la humanidad al transferirla a quienes disfrutamos de la vida en el presente, el milagro de la herencia energética. Por su intermedio, también se logra la regeneración constante de nuestra vida.
Redundancia. El arte de repetir tantas veces como sea necesario los cambios útiles para enraizarlos en nosotros y en la estructura de la sociedad; es insistir para que una ventaja evolutiva se consolide y perpetúe. La reproducción, la fuerza evolutiva que sustenta la supervivencia, está presente en la masiva ovulación de las tortugas, peces… para asegurar que, pese a la acción de los depredadores, su especie sobreviva.
Una creación permanente física y mental
Nuestra vida no es estática. De hecho, somos una creación permanente física y mental; nos reconstruimos a diario.
Las guías que mantienen en funcionamiento nuestro cuerpo y mente se encuentran bajo fuerzas evolutivas que nos permiten regenerar y mantener la vitalidad que ellas mismas requieren. Es así que el cuerpo-mente se reconstruye de forma permanente y se ajustan las instrucciones de la autorreplicación genética para adaptarnos a los cambios que se nos presentan en el entorno.
Cada amanecer somos distintos al día anterior utilizando procesos que se encargan de actualizarnos:
La regeneración natural de nuestro cuerpo-mente. La piel se regenera a diario como en los reptiles y la mudamos en cuatro semanas, el epitelio gástrico se modifica cada cinco minutos, el esqueleto pasa por una transición cada tres meses y los glóbulos rojos de la sangre se reciclan cada 120 días.
El reciclaje de sus materiales. Todo el material biológico que se desecha en estas revitalizaciones y que ya no es útil, se recicla mediante el proceso de autofagia para ser utilizado de nuevo en nuestro organismo, pues en el universo nada se pierde.
El renfoque. La epigenética, descrita por el Dr. Bruce Lipton, establece que el entorno dirige a los genes por lo que los podemos guiar en la regeneración de la vida y la recuperación de la salud a cualquier edad si aplicamos la voluntad y aprendemos a dirigir la mente.
Todas estas guías y fuerzas tan poderosas que movilizan la evolución, dirigen nuestras vidas y determinan nuestro comportamiento, las tenemos que aprender a utilizar a nuestro favor, pues el monumental desarrollo de la mente humana puede intervenirlos de forma negativa.
Familiarizarse con estas capacidades y aprender a usarlas correctamente nos permitirá asegurar un comportamiento cónsono con una participación personal constructiva, requerida por la sociedad y el cuidado del ecosistema, la forma de asegurar nuestra supervivencia al orientar nuestra energía de forma positiva.