La ley de la atracción en la revitalización del ecosistema

Por Víctor J Falcón Borges

El ecosistema demanda de nuestros pensamientos, ideas y acciones para atraer a otros y hacer posible el cambio para su recuperación.

«Lo que la mente puede concebir, se puede lograr.» 

Napoleón Hill

La solución a la crisis ambiental que hoy padecemos no se puede lograr solo con tecnologías renovables, ya que su efectividad depende del comportamiento de cada uno de los que nos beneficiamos de ellas; nosotros las inventamos y hacemos funcionar, las utilizamos y controlamos.

Para hacer realidad la solución al desequilibrio del ecosistema primero lo debemos pensar; son los pensamientos la fuente de la energía humana que moviliza la imaginación y con los que creamos la intención y la voluntad para que los cambios tengan lugar.

El científico Albert Einstein ya lo daba por sentado:  La sociedad avanza al ritmo de nuestros pensamientos, por lo que, si quieres cambiar la sociedad, debes cambiar tu forma de pensar.

El ecosistema demanda de la participación de los pensamientos de quienes lo habitamos, ideas y contenidos inteligentes focalizados en soluciones prácticas para que sean bien acogidas por el colectivo humano.

Energía mental para sanar el ambiente.

Los pensamientos individuales y colectivos que maneja la población mundial se combinan y concentran en energía mental: son sueños, ideas, criterios, creencias, opiniones, puntos de vista, soluciones… que los humanos utilizamos para materializarlos haciéndolos realidad. Solo aquello en lo que creemos es lo que nuestra mente permitirá convertir en resultados.

En el siglo XVII, Descartes consideraba que la mente era algo independiente del cuerpo, un pensamiento que relegó el interés por conocerla mejor hasta finales del siglo XIX. Pensamientos y creencias que debemos identificar, escudriñar y mejorar para que se puedan ejecutar como soluciones para revitalizar el ecosistema.

El comportamiento del colectivo es manejado por las creencias compartidas por las mayorías. Lo que piensa el grueso de la sociedad es lo que obtendremos; es el Efecto Pigmalión, las profecías autocumplidas en acción.

Hay una realidad colectiva desde donde también debemos remover cualquier negatividad, las creencias limitantes del inconsciente que observas en los demás, requisito para que la mente consciente personal las acepte y las incorpore a sus acciones.

Las que fomentan la riqueza fácil y el mínimo esfuerzo han guiado el comportamiento general de la sociedad y, aunque ambas pueden ser aceptables y deseables, deben adscribirse a las leyes de la energía, la ética del Universo: ser eficaces por el intermedio de la inteligencia y manejadas mediante un comportamiento humano eficiente centrado en la reciprocidad.

Todo lo anterior asienta los fundamentos de la sostenibilidad: mantener el funcionamiento equilibrado del ambiente y permitir la accesibilidad a la mayoría de la población a los beneficios que la sociedad va produciendo.

Revitalizando el ecosistema con la ley de la atracción.

La efectividad que podemos lograr con los pensamientos se sustenta en la Ley de la Atracción: atraemos lo que pensamos, nuestros pensamientos son la energía que crea el mundo que imaginamos y cada persona crea en su interior el suyo propio.

Si deseamos sobrepasar la crisis que atravesamos debemos cuidarnos de los pensamientos que nos frenan. Tenemos que escoger los que nos permiten actuar, esos que pueden generar los resultados que queremos con el apoyo de nuestra intención.

Es la inteligencia humana que nos guía con realidades, no con espejismos y soluciones acomodaticias con las que hemos estado construyendo, y también afectando, la seguridad de la civilización tecnológica actual.

A lo que pensamos le debemos añadir lo que decimos y cómo lo decimos. Los pensamientos los expresamos en forma de lenguaje: palabras, frases o mensajes corporales que los exteriorizan y hacen visibles cuando los comunicamos a los demás.

Si lo que pensamos no está bien expresado en el lenguaje que intenta trasmitir su contenido, no se generarán los resultados que perseguimos con ellos. Cuando una persona se expresa con ira, agresividad o negativismo, las consecuencias son diametralmente opuestas a si su comunicación es con palabras amables, conciliadoras, empáticas… en cuyo caso los efectos en la colectividad serán mucho más edificantes.

La intención es el combustible energético que desde nuestro corazón y mente nos impulsa a actuar; la magnitud y fortaleza de la contribución que podemos aportar a la sociedad radica en la intencionalidad que le apliquemos.

Si no hay una actitud decidida y emocionalmente fuerte dentro de la persona todo quedará en reflexiones interesantes y deseos vagos que no se transferirán ni tendrán efecto en el bien colectivo, la condición necesaria para que la energía represada en nuestras convicciones se transfiera y tome su cauce en la corriente evolutiva que se lleva a cabo en la sociedad.

Maniobrando con la ley de la atracción.

De acuerdo con la Ley de la Atracción vivimos en una cultura de negatividad que nos programa para el fracaso. La mayoría de nuestras aspiraciones más deseadas surgen de nuestras quejas, es el lenguaje de la mayoría de la población mundial que se siente víctima de las circunstancias.

Al manifestar nuestra intención lo que hacemos es convertir la queja (negativismo) en logro (positivismo) y traer este pensamiento a la mente consciente, es como encender tu pasión interna con tanta energía que puede extinguir las creencias que te limitan.

Para que lo anterior aflore y sea una realidad hay que lograr que la gran proporción de víctimas que conforman la sociedad se percaten de que sí tienen el poder de evolucionar y volverse poderosos mediante el desarrollo de su conciencia basada en el conocimiento, la balsa salvavidas en estos momentos de la raza humana.

Una fortaleza que necesitamos sembrar en un número cada vez mayor de personas para que asuman el reto de dirigir su vida, el desarrollo de una conciencia colectiva focalizada en la realidad que exige nuestra sobrevivencia, desechando el espejismo de pensar que podemos lograrla sin involucrar la energía de cada persona… una creencia tan perniciosa que nos está conduciendo hacia una nueva extinción de la vida humana en este planeta.

¡Hagamos el cambio!

«Cuando una persona desea realmente algo, todo el universo conspira para ayudarle a realizar su sueño.»

Paulo Coelho

 

Escrito por

Víctor José Falcón Borges

El Don de la Energía

www.eldondelaenergia.com

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Del autor

Víctor José Falcón Borges

BChem, BEng (Chem), MEng (BioChem), MBA, AMIChemE

Soy Víctor José Falcón Borges, profesional de la química, ingeniería química y bioquímica y administración de empresas, docente de pre y posgrado, con experiencia en ciencias gerenciales y negocios, pero también un amante la naturaleza, la vida y la familia.

Por más de 40 años me he dedicado de forma sostenida a la consultoría gerencial, trabajando con empresas líderes, dando soporte a proyectos de relevancia y usando metodologías propias, con la convicción que la tecnología no es suficiente sin una buena gestión gerencial que alinee los recursos humanos y la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

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