Haz buen uso de la energía universal

Por Víctor J Falcón Borges

Cada uno de nosotros es responsable de captar la energía universal y movilizarla hacia la sociedad y el ecosistema para solucionar la problemática ambiental, lo cual nos exige que aprendamos, como personas, a operar con mayor efectividad.

«¿Podremos ser una mejor sociedad sin que antes nos hayamos esforzado por hacernos mejores personas?»

Víctor J Falcón Borges

Aunque a la mayoría de las personas no les gusta que les estén controlando su vida, la realidad es que nos encontramos físicamente en un universo que lo controla todo, inclusive lo que nos moviliza y lo que nos sucede, fuerzas tan poderosas que nos dirigen y que no podemos combatir, ni evadir.

El universo se rige por leyes muy precisas: propulsa los cambios aplicando su energía para desordenar (entropía) y evolucionar hacia algo distinto; aporta más energía en el caos resultante para alcanzar un nuevo orden que permita funcionar en condiciones estables y controlables.
La energía universal es el propulsor que nos dio la vida y la mantiene activa, que moviliza civilizaciones haciendo que sobrevivan o se extingan; tan es así, que todo aquello que no funcione adecuadamente lo elimina de su programa de evolución.

Somos fruto de la evolución

Nuestro funcionamiento corporal y mental es también fruto de la evolución guiada por la energía del universo, por lo que la orientación al cambio y orden están presentes en nosotros para mantener revitalizada la vida y en condiciones que permitan hacer aportes efectivos a la sociedad y al ambiente.

La evolución nos dotó de capacidades increíbles: nos vinculamos con el entorno mediante los sentidos y con su información dirigimos la vida hacia lo que nos interesa; el uso de la energía en la vida es tan riguroso que con solo 20 compuestos químicos se origina toda la biodiversidad que existe en la naturaleza; guardamos la energía acumulada en el aprendizaje en los genes y trasladamos a los descendientes lo que ha resultado útil; concentramos la energía asociándonos en colectividades para aplicarla a emprendimientos de interés común.

El desarrollo del sistema nervioso humano, artífice de nuestras fortalezas como especie, es el testigo silencioso de los dos impulsos energéticos del universo: el primero, generar entropía para fomentar los cambios y dinamizar la evolución: los lóbulos cerebrales, el neocórtex, surgen de la necesidad evolutiva de crear nuevos y múltiples sistemas neuronales para con ellos multiplicar los destinos hacia dónde dirigirla.

Pero, además, la corteza cerebral tiene su origen en el lóbulo olfativo de los mamíferos, curiosamente el sentido que los hizo competentes para identificar los alimentos, la época de celo y reproducción y la defensa de sus predadores; el segundo impulso energético de la evolución, la “eficacia” de su vida, sobrevivir. El olfato femenino humano aún mantiene sus reminiscencias como brújula para la reproducción, con la capacidad de detectar el nivel de salud que presenta cualquier pretendiente.

Usar nuestras facultades para salvaguardar el ambiente

De la misma forma como actuamos al adquirir un nuevo vehículo, el cual podemos cuidar con esmero para mantenerlo en buenas condiciones o utilizarlo con descuido, es nuestra potestad utilizar nuestra vida con efectividad o desperdiciar las maravillosas capacidades de que disponemos: lo podemos hacer ciñéndonos a las instrucciones que la evolución ha perfeccionado en nuestro funcionamiento por millones de años o, sin darnos cuenta, convertirnos en un elemento perturbador en la problemática ambiental.

Sin un medioambiente habitable, todo lo demás deja de tener sentido. Vale la pena que cada persona se familiarice con estas realidades para sacarles provecho, pues ellas determinan las consecuencias de nuestras intervenciones en el ecosistema: verificar la calidad de la información que utilizamos, usar nuestras capacidades sin desperdiciar recursos, asociarnos con gente nutritiva, cuidar de nuestra salud y vitalidad personal, entre otras acciones similares.

Es “aprender a aplicar la entropía con la que dirigimos los cambios en nosotros mismos en la dirección correcta” y representan el fruto de la evolución para que usemos la energía con efectividad, comportamientos que impactan favorablemente en la sociedad y el ecosistema, una manera de asegurar una participación personal constructiva en el aseguramiento de la vida del planeta… y de la nuestra.

«Somos quienes movemos la sociedad mediante la fortaleza genética evolutiva de nuestra vida y el comportamiento gregario de la humanidad.«

Víctor J Falcón Borges

 

Escrito por

Víctor José Falcón Borges

El Don de la Energía

www.eldondelaenergia.com

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Del autor

Víctor José Falcón Borges

BChem, BEng (Chem), MEng (BioChem), MBA, AMIChemE

Soy Víctor José Falcón Borges, profesional de la química, ingeniería química y bioquímica y administración de empresas, docente de pre y posgrado, con experiencia en ciencias gerenciales y negocios, pero también un amante la naturaleza, la vida y la familia.

Por más de 40 años me he dedicado de forma sostenida a la consultoría gerencial, trabajando con empresas líderes, dando soporte a proyectos de relevancia y usando metodologías propias, con la convicción que la tecnología no es suficiente sin una buena gestión gerencial que alinee los recursos humanos y la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

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