Movemos la energía del universo para transformar y generar los cambios en la sociedad, que afectan el ritmo, para bien o para mal, de nuestro medio ambiente.
La energía mueve sin descanso el cosmos, la naturaleza y la vida regida por leyes muy precisas y en acontecimientos que, en general, están fuera del alcance y control de nosotros… al menos, de forma directa.
Disponemos de la energía en la vida como un don y como parte de un plan del universo orientado a conservarla e invertirla en nuestra evolución. Captamos esa energía para utilizarla en nuestro desarrollo, empoderamiento, transferirla y propulsar las constantes transformaciones de nuestra sociedad.
“Nada sucede hasta que algo se mueve.”
Dos flujos convergentes de energía
La energía del universo se esparce en la sociedad por medio de dos flujos energéticos que se complementan entre sí:
En el primer flujo energético, captamos la energía natural, nos empoderamos, desarrollamos tecnologías y aplicaciones que transferimos a procesos productivos que fortalecen a la sociedad y nos facilitan la vida.
El segundo flujo energético fusiona la energía del esfuerzo colectivo para la conducción de las ventajas que se derivan del primer flujo en las organizaciones y la sociedad.
Es gracias a la convergencia de ambos flujos que desarrollamos la agricultura hace unos 9.000 años con la energía proveniente del sol y nos asentamos en comunidades; el arribo de la era industrial incorporó la energía solar acumulada en el subsuelo proveniente de la extinción de la vida hace 360 millones de años, transformada en combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas, económicamente atractivos y de relativa fácil extracción, con los cuales, sin medir las consecuencias y después de más de un siglo de uso, causamos el efecto invernadero que está afectando dramáticamente al medio ambiente.
Acuerdo de París 2015
La crisis climática actual motivó el Acuerdo de París en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 (COP21) en el cual se ha elaborado el plan para los próximos 30 años (actualmente en ejecución), con el cual se pretende dar solución a este problema, movilizando los dos flujos de energía antes citados.
El primer flujo responde a la necesidad de usar la energía del universo para vivir y al interés manifiesto del ser humano por desarrollar tecnologías que le faciliten la vida, sin riesgos a su integridad y se enfoca en los aspectos clave siguientes:
ENERGIA: Desmontaje de la estructura de fuentes no renovables. Uso de renovables, electrificación generalizada. Digitalización rápida de todo. TRANSPORTE: Reducción drástica de la necesidad de transportarse. Acercar los centros de producción a los de consumo. Uso de la electricidad. Trabajo en el hogar. FINANZAS: Los capitales se reubicarán en la dirección de la tecnología, desinversiones en combustibles fósiles y fomento de las renovables. Hay soluciones aún pendientes que deben profundizarse en las áreas de alimentos, hierro y cemento, construcción e infraestructura.
El segundo flujo energético acompaña al primero y amalgama la energía del esfuerzo colectivo para la conducción de las ventajas que se derivan del primer flujo en las organizaciones y la sociedad. Durante el debate de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015 (COP21), en relación con la participación de la sociedad, en su esfuerzo por operar ordenadamente en la procura del bienestar colectivo, se destacan y priorizan los siguientes aspectos:
Ofrecer a todos los ciudadanos una energía segura, sostenible, competitiva y asequible. Una inversión innovadora y de calidad, a fin de modernizar la economía y generar puestos de trabajo. Alcanzar un consenso internacional. Se mencionan varias premisas acerca de la dirección a seguir: La alineación de la Sociedad en bloque. Atención de la pobreza. Redistribuir la riqueza para apuntalar el desarrollo. El fortalecimiento de nuestra condición humana, la Justicia Social. El cambio de la Cultura Empresarial corporativa. El Empleo, en el presente el 60% de la población mundial depende la economía informal.
Corresponsabilidad energética
El primer y segundo flujo energético demandan el empoderamiento y la corresponsabilidad entre las personas, encausando la movilidad hacia una misma dirección y convergen en los resultados conjuntos que se hacen visibles en el desempeño de la sociedad.
El uso que hacemos de la energía universal por medio del primer flujo, creando tecnologías y modelando los estilos de vida que aspiramos, se ejerce y controla desde el seno de la sociedad para lograr el comportamiento y cooperación de sus integrantes, con el segundo flujo, necesario para garantizar la eficiencia en su uso para el bienestar colectivo.
Ambos flujos impactan en la evolución de la sociedad de forma indetenible y operan siguiendo las leyes de la energía que promueven el cambio y el orden, los cuales, si los conducimos correctamente respetando y honrando al medio ambiente, nos facilitarán sintonizarnos con el propósito que la naturaleza nos ha establecido: integrarnos y adaptarnos eficazmente (eficacia) en primera instancia, y seguidamente, lograr el equilibrio físico-mental en pro de nuestro bienestar y felicidad, asociados a una comunidad que opera con efectividad en beneficio de todos sus integrantes (eficiencia).
Movernos al ritmo de la energía conlleva una gran responsabilidad; en sus corrientes podemos sentir su fuerza e inmensidad.
Como sociedad estamos obligados a respetar y honrar ese gran don que el universo pone a nuestra disposición, que nos demandará muchas atenciones, compromiso equilibrio y razón, pero nos las premiará; pero si no sabemos ir al tono, irrespetando y alterando su equilibrio y la fuerza de sus mareas, nos castigará, tarde o temprano.
«El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar».
«Gracias por acompañarme en este viaje».
Escrito por
Víctor José Falcón Borges
El Don de la Energía