Sobrevivir asociándonos: La estrategia vital

Por Víctor J Falcón Borges

Solo podremos sobrevivir si nos asociamos y aplicamos la estrategia vital con un objetivo claro: proteger al ambiente.

«Solo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: La guerra contra su extinción.

Isaac Asimov

La asociación para garantizar la vida, la primera estrategia clave.

Si aplicamos cuatro estrategias para recuperar el deteriorado ambiente:

1)Asociarnos, 2)Reciprocidad, 3)Alineación colectiva y 4)Gobernanza, las cuales toman en cuenta e integran las leyes de la energía del universo, podremos resarcir su vibrante condición, la que nos proporciona vida y la seguridad que necesitamos.

Procurar que la mayoría de la población participe en la revitalización del ambiente es un desafío evolutivo difícil de manejar; basta con observar la respuesta de la comunidad mundial al Plan 2015 de la Conferencia sobre el Cambio Climático, COP, firmado por 195 países, con posturas ambiguas durante su ejecución que han limitado sus logros frente al riesgo anunciado de una sexta extinción de los humanos, ya desarrollándose otras especies que conviven con nosotros:

«Producto del cambio climático estamos experimentando la mayor ola de extinciones después de la desaparición de los dinosaurios. Cada hora, tres especies desaparecen. Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (2007), ONU.”

La energía universal nos asocia dentro de nuestras diferencias.

El Universo ordena todo el conocimiento. Jorge Luís Borges lo equipara con una biblioteca en su obra “La Biblioteca de Babel”; la humanidad no es lo perfecta que nos gustaría que fuera y no ha aprendido a utilizar la vastedad de conocimientos de esta biblioteca, en un Universo que experimenta sin juzgar, ni detenerse, y nos trata con indiferencia, aunque ha puesto en la vida de nosotros una porción importante de su energía que no se puede perder e interviene en nuestras conciencias para que aprendamos a sobrevivir.

Los animales compiten por alimentarse, reproducirse y sobrevivir y se asocian para concentrar energía y protegerse. La mente humana amplió los horizontes de la evolución hacia destinos tan variados que además competimos por la riqueza, el empleo, la inclusión social, el mejor estilo de vida, lo que nos gusta… en un entorno de redes sociales que nos inducen a individualizarnos, por lo que colaborar grupalmente se ha vuelto más complejo; aunque si nuestra vida está en riesgo, buscaremos el apoyo de la energía de los demás asociándonos.

Percibimos lo que sucede en el Universo como un acontecer que discurre entre extremos: lo que nos da vida y lo que nos la puede quitar, el bien y el mal, la salud y la enfermedad, lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto; nuestro cerebro no es capaz de apreciar las ventajas de uno de los extremos si no tiene la referencia del opuesto y cada persona según sus creencias y experiencias, construye su propia interpretación de lo que observa.

Es por ello, que la crisis climática no se soluciona persiguiendo el espejismo de una sociedad homogénea y equilibrada, pues el problema es de todos: los que tienen sabiduría y conocimientos y los que no han tenido esta oportunidad, los malos y los buenos, los más y los menos evolucionados, los conscientes y los irreflexivos.

Frente a estos extremos, de lo que se trata es que, actuando en el mar de limitaciones en el caos del universo, sobrevivamos, con gente sensata o irreflexiva, con colaboradores y detractores, con gente inteligente o primitiva.

Desarrollar una conciencia colectiva es sinónimo de trabajar juntos.

Desentenderse del problema de la crisis ambiental es muy fácil pues se lo achacamos a corporaciones y países desarrollados. Quienes piensan así tienen razón, aunque la realidad es que formamos parte de un Inconsciente Colectivo, la Mente Maestra de la humanidad, que guarda la supra energía que se preocupa por nuestra sobrevivencia e interviene en la evolución de nuestros niveles de conciencia, el control de la entropía de las comunidades humanas que nos alinea con la mayoría e interviene en el orden general de la sociedad, usando nuestras ventajas evolutivas, entre ellas la memoria y la visualización de nuestro destino, capacidad humana que reside en la corteza prefrontal.

El tránsito por los “niveles de conciencia”(*) determina el poder que vamos logrando para dirigir y cuidar la vida. Somos víctimas (70% de la población mundial) cuando dependemos de otros y los culpamos por lo que nos sucede. Solo quienes están conscientes de sus fortalezas son capaces de empoderarse (25% de la población mundial).

*Dr. Daniel Hawkins, Mapa de la Conciencia.

Ya lo hicimos antes… ¡Volvamos a intentarlo!

En tiempos de crisis, la sobrevivencia de la humanidad concentra la energía universal en el automatismo natural del inconsciente colectivo y aumenta su empoderamiento.

La Segunda Guerra Mundial alineó a gobiernos socialistas y capitalistas para enfrentar a Hitler, Europa se unió a Rusia y Norteamérica. Empresarios competidores entre sí se asociaron: Henry Ford facilitó su tecnología de producción en línea a Kaiser para fabricar barcos y a Chrysler al incorporar su motor V8 en Tanques, fabricó el bombardero B24 de Boeing; DuPont cambió su producción a municiones y luego al reactor nuclear de plutonio Hanford. Con la incorporación de mujeres al trabajo industrial se configuró el poder de fuego que permitió vencer al tirano y doblegar luego a los japoneses.

La crisis ambiental, o la resolvemos con la participación de todos, o las especies que sobrevivan en el ecosistema hablarán de nosotros como hoy contamos la extinción de los dinosaurios.

Así como el miedo a no sobrevivir nos moverá para contrarrestar a quienes contaminan el ambiente con su codicia o con su comodidad irresponsable, los tres motivadores que usamos para decidir, también podemos, en asuntos que están al alcance de nuestras capacidades y posibilidades, desarrollar conductas fáciles de asumir que se vuelvan hábitos en nuestro comportamiento cotidiano y nos permitan ejercer asociadamente nuestra responsabilidad colectiva en el cuidado del ambiente.

“En lugar de tus pensamientos y emociones, sé consciente de ellos.«

Eckhard Tolle

 

Escrito por

Víctor José Falcón Borges

El Don de la Energía

www.eldondelaenergia.com

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Del autor

Víctor José Falcón Borges

BChem, BEng (Chem), MEng (BioChem), MBA, AMIChemE

Soy Víctor José Falcón Borges, profesional de la química, ingeniería química y bioquímica y administración de empresas, docente de pre y posgrado, con experiencia en ciencias gerenciales y negocios, pero también un amante la naturaleza, la vida y la familia.

Por más de 40 años me he dedicado de forma sostenida a la consultoría gerencial, trabajando con empresas líderes, dando soporte a proyectos de relevancia y usando metodologías propias, con la convicción que la tecnología no es suficiente sin una buena gestión gerencial que alinee los recursos humanos y la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

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