La energía que utiliza la sociedad motoriza cambios orientados a nivelar los desequilibrios que surgen y, en primera instancia, los que se relacionan con la sobrevivencia de la población y la evasión del dolor, guías que han signado la evolución de nuestra especie. La búsqueda de la equidad es, por lo tanto, la tendencia, aunque esto no signifique que se convierta en el resultado, debido a la multiplicidad de intereses y valores que se manejan en la diversidad de países e individuos.
“No hay clavo tan fuerte que pueda detener la rueda de la fortuna”.
El crecimiento económico reciente con sus demandas incrementales de combustibles fósiles y de recursos naturales ha generado daños ambientales significativos. Pocos países se han beneficiado y enriquecido con su explotación y, escondido detrás de su aparente éxito, se encuentran muchos otros países que se han visto en la necesidad de hacerle frente a los desastres recurrentes producidos por el cambio climático; su estabilidad socio económica, ha sido afectada y carecen de los fondos necesarios para atenderlos. Cuando se presentan estos desequilibrios en la humanidad, la energía universal actúa para contrarrestarlos e impone sus condiciones.
Somos los causantes de una crisis ambiental sin precedentes. Lo más grave es que, en las recientes reuniones de los principales líderes mundiales para resolverla, no hemos encontrado la forma de ponernos de acuerdo para enfrentarla. Algo positivo en los acuerdos recientes es que los países que más contaminan han aceptado públicamente su responsabilidad en el cambio del clima y en sus efectos devastadores sobre la geografía del planeta donde se encuentra radicada la mayor parte de la población mundial.
Las acciones centrales que se derivan de estos encuentros contemplan la reducción de emisiones de gases invernadero, detener la deforestación y el daño a los suelos, aun cuando sin compromisos formales de los países involucrados en la búsqueda de la equidad que demanda la población mundial; un mensaje alejado del clamor por escuchar propuestas concretas y metas estrictas.
La energía que contienen los recursos que utilizamos de la naturaleza mantiene funcionando a la sociedad y de forma colectiva los transformamos en beneficios, tales como los emprendimientos para el desarrollo económico y el cuidado del ambiente, la organización de la sociedad, la adecuación de la infraestructura y los servicios, la incorporación de fuentes de energía renovables, la capacitación de la población y la educación ciudadana; una forma de decir que la energía de los recursos que utilizamos se recicla dentro de la misma sociedad.
Reciclaje de beneficios
“¿Quieres saber qué es libertad? No ser esclavo de ninguna cosa, de ninguna necesidad, de ningún azar, reducir la fortuna a términos de equidad”.
Las desigualdades de energía más grandes determinan las prioridades, tal como lo es en la actualidad la atención al cambio climático y la crisis de salud en las poblaciones afectadas; se busca asegurar el equilibrio general de la mayoría de la sociedad, el principio de la equidad que subyace en las leyes de la energía.
El reciclaje de beneficios permite conservar la energía y es el proceso de devolver a la naturaleza lo que nos ha dado, lo cual sucede siempre mediante diferentes mecanismos. La materia vital presente en los árboles, animales, humanos y en todas las otras formas de vida, se recicla en la naturaleza y alimenta las nuevas creaciones que afloran como fruto de la evolución. La acumulación de riqueza forma parte de los beneficios y de la misma forma se recicla en la sociedad. El aprovechamiento de la energía universal es una opción muy personal… depende de que lo decidamos y tomemos la iniciativa.
El balance entre quienes han tenido éxito en generar riqueza y su subsiguiente reutilización en la sociedad no se realiza de forma generalizada, la movilizan quienes deciden hacer uso de ella al estar dispuestos a aportar su esfuerzo, enfrentar los riesgos y la invierten en el desarrollo de conocimientos, tecnología, empresas, infraestructura, arte, organización social o apoyo comunitario, permitiendo la generación de riqueza; abriendo la posibilidad de trasladar más beneficios hacia las mayorías y mejorar el equilibrio social.
La realidad es que las fortunas acumuladas por individuos, familias, empresarios exitosos o grupos selectos siempre retornan a la sociedad de variadas maneras: herencias que los descendientes incrementan o malgastan, nuevas instituciones y empresas productivas, fondos dirigidos al desarrollo de nuevos conocimientos y tecnologías, donaciones a instituciones de carácter social, reembolso a las arcas públicas del Estado.
El reciclaje de beneficios sucede siempre y nuestra contribución consiste en aprender a aplicarlo con mayor eficacia y eficiencia, direccionando la energía universal hacia el equilibrio (el ordenamiento) de la humanidad en todos los países, los poderosos y los menos desarrollados, con el propósito primario y vital de sobrevivir como especie evadiendo el dolor, la guía universal controlada por la entropía que nos permite prosperar como civilización.
Estas fuerzas son reales y están activas a pesar de que no sean fáciles de apreciar a primera vista. El resurgimiento reciente del Covid-19 con nuevas cepas más virulentas, son el reflejo del desequilibrio global derivado de un plan de vacunación sesgado hacia los países desarrollados, y que resurge con fuerza por la energía que se acumula en la inmunización desigual de la población que ha permitido que el virus mute y se haga más resistente, afectaciones que, sin discriminación alguna, se vuelcan sobre todos por igual.
Un efecto similar al que se generaría en países poco desarrollados por la devastación que se les ha causado con el calentamiento global y que incidirá en el equilibrio del comercio, las industrias, las instituciones públicas y las mismas poblaciones; hecho evidente en el incremento mundial de las migraciones humanas.
La efectividad de las decisiones que se puedan tomar en el ámbito mundial se circunscribe a movilizar las dos variables de la energía: 1) Tomando la iniciativa de apoyar la recuperación de los países afectados por el calentamiento global (esto es eficacia), 2) Mediante financiamientos que no generen deudas crediticias impagables, transfiriendo tecnologías que funcionen y con esquemas organizativos ágiles y funcionales (esto es eficiencia).
Esta es la forma de devolver a la sociedad los beneficios alcanzados con los recursos que hemos utilizado y que nos corresponde reciclar para procurar el equilibrio y bien colectivo, y con ello, nuestra sobrevivencia como especie.
Estas acciones, además de su potencial para nivelar el desequilibrio causado, permitirían también focalizar el esfuerzo colectivo de sus poblaciones, es decir, concentrar su energía, para alcanzar su propia sustentabilidad interna y crear oportunidades de integración a los sistemas productivos mundiales.
“Si no reconocemos la verdad sobre nosotros mismos como individuos, naciones o especie, no podremos tomar decisiones sabias”.