Al incorporar nuevas tecnologías para dinamizar la economía dañamos el ecosistema; su revitalización solo es posible mejorando la conducta ecológica de cada persona.
«Las personas quieren renunciar a la responsabilidad que tienen de entender, y como no pueden entender entonces tienen fe y ponen su fe en otras personas que dicen ser capaces de entender… y creo esta es una situación propicia para una relación depredadora.»
La proliferación de conocimientos y tecnologías aún más novedosas que las que produjimos en la era industrial ha generado cambios profundos en la sociedad. Hemos arribado al quinto nivel de energía evolutiva de la especie humana luego de los escalones de la vida, la inteligencia, la asociación y la tecnología.
La década de los 60’s fue de grandes cambios: incursión de la informática, conquista del espacio, liberación femenina, revolución sexual, música de Los Beatles, nuevas tecnologías, ruptura de las barreras raciales… y el cuestionamiento de todo el status quo prevaleciente.
Tal incremento de entropía desencadenó un nuevo orden social y económico que ha incorporado tanta energía en los procesos de la sociedad, que hoy nos demanda que nos esforcemos por controlarla.
Operaciones y programas de cálculo, simulaciones, diseño de experimentos, comunicación a distancia para decidir en equipo, los cuales requerían de mucho esfuerzo y tiempo, hoy se realizan en segundos.
Pudimos añadir más eficiencia a procesos que ya eran muy eficaces en la industria petrolera, metalmecánica, de alimentos y transporte… con lo que también incrementamos la eficiencia de los procesos destructivos del ambiente.
Sólo eficacia sin eficiencia no funciona.
Las leyes de la energía funcionan para las cosas buenas y para las que no lo son y ambos extremos tienen lugar en el Universo,
Desarrollar y usar tecnologías sin la conciencia crítica de la sociedad por cuyo intermedio podamos tomar decisiones inteligentes, es jugar con candela, una realidad que desnuda la situación de la humanidad en el marco de la 27th Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas, UNFCCC (COP 27), el evento anual para enfrentar el cambio climático
La historia reciente nos ha dejado una enseñanza bien clara: o respetamos las leyes que rigen el uso de la energía del Universo, o nuestra especie estará corriendo riesgos impredecibles.
Algunas “reglas empíricas” nos pueden orientar acerca de la forma de instrumentar las leyes de la energía como es debido:
* Fortran-4 en los 1970’s, un programa eficaz (1ª Ley) pero con poca eficiencia (2ª Ley) por el consumo de tiempo y la demanda de esfuerzo; hoy una computadora estándar realiza estas operaciones en segundos y usa programas amigables.
* Resolver un problema ambiental a la fuerza no es muy eficaz, pues sus resultados son vulnerables al sistema jurídico y poco eficiente… quienes lo originan no han desarrollado su conciencia al nivel requerido para intentar evitarlo por sí mismos.
* Reciclar la basura es un ejemplo de ser eficiente sin ser eficaz. Podemos reciclar toda la basura que generamos, pero el efecto no será suficiente a menos que reduzcamos al máximo la cantidad y tipos de basura que producimos.
* Resolver un problema ambiental trabajando en equipo con dedicación, pero sin producir una solución práctica y a tiempo, es usar la energía colectiva sin resultados y desperdiciando recursos. ¡Sorpresa!: «Ser muy eficientes sin ser eficaces es la táctica que hemos seguido con la crisis climática”.
* Con el arribo de la Informática se mejoraron los procesos de la sociedad, “una alta eficiencia nueva en asuntos que ya operan con EFICACIA, lo cual promueve más EFICACIA y eficiencia”.
Efectividad tecnológica sin efectividad humana no es posible.
Para 1960 la humanidad había duplicado la cantidad de conocimientos que heredamos de las pasadas generaciones. En el 2000 ya lo pudimos hacer en solo tres años y hay evidencia que en el presente lo logramos en pocos días.
Tecnologías sin gente que las sepa crear y gestionar no existen. La efectividad tecnológica requiere de la efectividad de las personas y sus agrupaciones, el vehículo que usa el Universo para transferir su energía a la sociedad.
Es nuestra libre elección aprender a devolver lo que hemos recibido de la energía universal a la sociedad, lo que esté a nuestro alcance y posibilidades y ello resume nuestra responsabilidad con el ambiente:
Consiste en utilizar las capacidades donde tenemos ventajas en relación con otros y, hacerlo con la disposición y comportamiento apropiado para transformar la energía personal en avances sustentables.
La rapidez de los cambios y el comportamiento social.
La evolución de la humanidad se ha acelerado, se manifiesta en el cambio de conducta de las nuevas generaciones: la Generación X (1960-80), actores y testigos de la tormenta de cambios tecnológicos, la Generación Y (1980-2000, los “Millennials”) vinculados a los videojuegos y al “streaming”, sintonizados con la tecnología, las redes sociales y la libertad intelectual; la Generación Z, adictos a la tecnología y a la búsqueda de resultados inmediatos… y siguen.
Aplicar energía (esfuerzo) y generar entropía (iniciativa y voluntad) para lograr soluciones efectivas, es la actitud inteligente, pues así nos alinearnos con el “momentum” del Universo.
La humanidad ha alcanzado su sexto nivel de energía, el que describe una “sociedad desordenada” por los innumerables cambios que hemos introducido para incrementar la actividad comercial y el consumo y signado por la inmediatez, el confort y las nuevas maneras de esparcimiento.
Actuamos como el avestruz, aislando nuestros sentidos de la realidad, lo que nos impide responder con racionalidad y diligencia para atender una crisis que nos puede eliminar como especie del programa evolutivo del Universo.
La eficacia se la hemos dejado a la tecnología, pero la eficiencia es una condición que solo nosotros los humanos podemos gestionar… y la una sin la otra ¡no funcionan!
¡Hagamos el cambio!
«Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.»