“Y entonces… ¿Qué puedo hacer yo por mi ambiente?”

Por Víctor J Falcón Borges

¿Qué puedes hacer para contribuir al cuidado del ambiente, resguardar nuestra existencia y apostar por tener una vida de calidad en los años por venir? ¿No es esto responsabilidad de los industriales y los gobiernos?

“La tecnología sola no nos salvará si no empezamos a redistribuir la energía en lo realmente importante para nuestra supervivencia”.

Eudald Carbonell

Antropólogo

Hemos circunscrito nuestro aporte para recuperar el ecosistema a rutinas, tales como reciclar, sembrar árboles, clasificar la basura y otras similares, todas importantes, aunque de limitado impacto en los resultados que se requieren. Realmente, las principales opciones que tenemos radican en sintonizarnos con los dos flujos energéticos: el uso de mejores tecnologías y en el fortalecimiento de las personas y de su comportamiento colectivo.

Es evidente que somos nosotros, como personas y como colectivo, quienes orientamos toda esta energía con nuestras decisiones (la entropía) y la hacemos fluir hacia la sociedad, y cuyos resultados están a la discreción de ciudadanos y consumidores, quienes en conjunto manejamos un cúmulo de energía inmenso, si las comparamos con la que está involucrada en las decisiones que toman los industriales y gobernantes, a quienes podemos influenciar con nuestra superioridad energética.   

La duplicación del conocimiento que ha logrado la especie humana desde el comienzo de la sociedad industrial hasta nuestros días nos tomó 150 años y ha cambiado la forma de vivir y nuestras rutinas diarias; a comienzos del siglo XXI ya pudimos duplicar los conocimientos cada tres años, por lo que las exigencias de adaptación de nuestra especie a las nuevas tecnologías será mayor, y la crisis ambiental que atravesamos la profundizará aún más, incidirá en nuestro comportamiento y nos demandará de nuevos estilos de vida, más amigables con el ambiente, la única vía para poder seguir habitando este planeta.

La energía está disponible y nosotros la manejamos

Las fuerzas de la evolución inventaron “la vida”, un instrumento que conserva la energía que no se pierde, pues la transformamos y acumulamos como el aprendizaje que nos facilita la existencia y podemos transferirla a las nuevas generaciones.  

Manejamos la energía del universo y la volcamos en la sociedad; cada uno dispone de este regalo universal, lo sigue captando a diario para el propio desarrollo personal y con sus iniciativas la traslada al funcionamiento colectivo de la sociedad, para bien o para mal, por lo que nuestra sobrevivencia dependerá de darle un correcto uso.

La fuerza de la evolución moviliza sin pausa la civilización

Evolucionamos a diario con la energía universal que origina “cambios” y genera desequilibrios, y con más energía los “ordena” para poder disfrutar de las ventajas evolutivas que se van alcanzando, hecho que queda manifiesto en el funcionamiento maravilloso del cuerpo humano. 

La Era Digital es un reflejo del curso de la evolución humana y el uso que hacemos de la energía; nos enfrenta a retos inéditos, novedosos y radicales que han cambiado el entorno donde nos desenvolvemos; hemos usado eficazmente la energía para vivir mejor, aunque somos los responsables de la crisis climática que atravesamos por no haber aprendido a utilizarla con eficiencia.

La historia de la raza humana es la acumulación de múltiples adaptaciones al ambiente cambiante, los cuales han modificado los estilos de vida en la sociedad y nos han demandado de un ajuste constante a sus nuevas exigencias. Los humanos contamos con procesos sofisticados incorporados en nuestro cuerpo-mente que nos permiten realizar con éxito tales adaptaciones, aunque sus resultados dependen de la forma como las implementemos.

Hemos disminuido el uso de la fuerza física y ampliado significativamente la de la mente; la automatización y la inteligencia artificial, entre otras cosas, han eliminado muchos empleos; la manipulación de la información en las redes ha erosionado su calidad, a tal nivel, que las guías que la evolución instauró en nosotros y ordenan nuestro funcionamiento cuerpo-mente, se encuentran desarticuladas del instinto que cuida nuestra sobrevivencia.

Esforzarnos por fortalecernos como persona es la receta, ya que es difícil pensar en una mejor sociedad sin que antes seamos mejores personas. Así se hace factible sintonizar la energía universal con los cambios que necesitamos y con el orden interno del cuerpo-mente que garantiza la efectividad personal; es la manera de empoderarnos para aumentar las posibilidades que tenemos de sobrevivir… y todo esto depende de cada uno de nosotros.

La magia de sincronizar mi mente con el cuido del ambiente

Es nuestra potestad y decisión dirigir y controlar los procesos mentales; la mente a través del inconsciente dirige las decisiones y siempre trata de complacernos; si no lo intervenimos con nuestra mente consciente, siempre actuará favoreciendo lo sencillo y lo que nos resulta fácil.

La manera de realizar esta intervención es con los pensamientos, el vehículo que traslada las informaciones y construyen los contenidos que almacenamos en el inconsciente. Dirigimos los pensamientos con el lenguaje; podemos usar las palabras y expresiones apropiadas para forjar nuestra efectividad personal. Afirmaciones tales como: “Sí podemos” o “Mi aporte sí tendrá efectos en la recuperación del ambiente”, así como en el uso recurrente de verbos de acción: Reconstruir, Reciclar, Revitalizar, Reutilizar, Reducir desperdicios, Recuperar, Revertir, Resembrar… son un instrumento poderoso que mueve las decisiones personales en la dirección correcta.

Las creencias que acumulamos desde la niñez son referentes que determinan estas decisiones; creencias tales como: “El cambio climático no tiene solución”, “No puedo hacer nada al respecto”, “Los demás se encargarán de eso”, entre otras, nos limitan. Revisarlas y sustituirlas por creencias constructivas es fundamental; la forma de percatarnos que debemos aprender y actuar para sortear los riesgos que enfrentamos.

Responder de forma aplomada ante las circunstancias que se nos presentan es el otro elemento que está también bajo nuestro control; es evitar reacciones impulsivas que sirven para evadir nuestra responsabilidad y no solucionan sino más bien, complican; es la inteligencia emocional que proporciona pensamientos conscientes que modulan las emociones y enriquecen con racionalidad las decisiones que tomamos para cuidar el ambiente.

Nuestra iniciativa personal: Dirigir la energía hacia lo que nos interesa

Imaginarnos las cosas no sirve de nada si no pasamos a la acción. Mover la energía hacia los cambios deseados y darle dirección (con la entropía contenida en nuestra disposición y voluntad de ajustar el estilo de vida) es la guía que nos dan las leyes universales de la energía.

La incorporación de nuevos hábitos es la forma de aplicar la energía personal de forma económica y volverla una rutina de vida que podemos ejecutar de forma espontánea. Hay unos hábitos más determinantes que otros: La reducción y control del consumismo; por ejemplo, es más importante (y requiere de mayor esfuerzo, más energía transformable en resultados útiles) que el acostumbrarse a clasificar la basura.

Para propulsar estos hábitos con efectividad lo conducente es alinearlos con los procesos energéticos que maneja nuestro cuerpo-mente, la forma de generar decisiones más inteligentes para la protección del ambiente:

  • Comunicación. Mi esfuerzo para vincularme con las fuentes o con quienes tienen el conocimiento actualizado del cuido del ambiente y a la vez, mejorar la forma de comunicarme con los demás, usando narrativas o relatos que contengan los contenidos que deseo trasmitir.
  • Efectividad energética. Tenemos muchísimas maneras de lograrlo, entre otras: darnos cuenta de las fuentes de energía que utilizamos y su posible sustitución por renovables o por otras de mayor eficiencia. Reducción del consumo en todos los servicios, eliminar lo innecesario. Balancear el equipamiento: vehículos, artefactos que utilizamos y su consumo… vigilar su condición de uso y mantenimiento. Alimentación ecológica, teniendo presente el impacto de la agricultura y cría en el ecosistema y el desperdicio que hacemos en el uso de los alimentos.
  • Asociación. Es la razón del éxito evolutivo de nuestra especie. Vincularnos con el conocimiento, apoyo y soporte colectivo; compartir ideas para una mejor ecología vecinal; participación y colaboración personal en su implementación.
  • Autorregulación. Cuidado de la salud y vitalidad personal, equilibrio e higiene mental, actuar con inteligencia emocional, sin reacciones inconscientes que complican las situaciones; sustitución de mis creencias limitantes por las constructivas para un mejor ambiente. Esforzarme por forjar hábitos saludables y ecológicos que dirijan mi energía hacia el cuido de mi hogar, mi ambiente.
  • Autorreplicación. Incorporación paulatina a mi estilo de vida de tecnologías ecológicas probadas que no desperdicien energía, las que aplico a mi persona, mi casa, mi vecindario, mi sociedad. Autorreplicar también las formas más eficientes con la que utilizamos dichas tecnologías.
  • Redundancia: Repetir donde sea posible lo útil y consolidar hábitos que reflejen las conductas y comportamientos ventajosos, esos que nos han dado resultado. Ya lo hemos venido haciendo con éxito con la informática, pues hace 40 años no podíamos imaginar en manejar nuestra vida a través de un celular, en estar informados en vivo o comunicarnos online o hacer gestiones públicas desde nuestra casa y ya lo hacemos habitualmente. Ahora, ante la crisis ambiental, hay que desarrollar de forma similar estilos de vida, que todos asumamos, para revertir el daño causado y garantizar comportamientos amigables con el ambiente en el futuro.

Un primer vuelo rasante de inspección que pone en evidencia las múltiples y variadas oportunidades personales que todos tenemos para recuperar el ambiente que nos da cobijo, al usar de forma inteligente la energía que nos regala el universo, creando la posibilidad de disfrutar de un futuro saludable como persona, sociedad y civilización.

¿Y entonces…?: ¿Qué puedes hacer por tu ambiente?

Mucho, poco… Todo.  Pon en práctica tu conciencia crítica y toda tu energía… hay y queda mucho por hacer todavía.

“El hombre es un pedazo del universo hecho vida”.

Ralf Waldo Emerson

 

Escrito por

Víctor José Falcón Borges

El Don de la Energía

www.eldondelaenergia.com

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Del autor

Víctor José Falcón Borges

BChem, BEng (Chem), MEng (BioChem), MBA, AMIChemE

Soy Víctor José Falcón Borges, profesional de la química, ingeniería química y bioquímica y administración de empresas, docente de pre y posgrado, con experiencia en ciencias gerenciales y negocios, pero también un amante la naturaleza, la vida y la familia.

Por más de 40 años me he dedicado de forma sostenida a la consultoría gerencial, trabajando con empresas líderes, dando soporte a proyectos de relevancia y usando metodologías propias, con la convicción que la tecnología no es suficiente sin una buena gestión gerencial que alinee los recursos humanos y la conservación del medio ambiente que nos sostiene.

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