Nuestro medio ambiente es único: nos brinda cobijo y sustenta la vida, pero ¿estamos retribuyéndole con iguales atenciones y cuidados?
5 de junio
Día Mundial del Medio Ambiente
«La naturaleza no hace nada incompleto, ni nada en vano.”
El medio ambiente, un sistema muy dinámico.
El medio ambiente que hoy habitamos es el resultado de millones de años de evolución, en cuyo trajinar se han experimentado y seleccionado procesos eficaces que rigen su funcionamiento y utilizan la energía con mucha eficiencia.
El mismo es un conjunto de componentes que funcionan integradamente: el agua, la atmósfera (el aire), los bosques (materia verde), los océanos, los suelos y el subsuelo, el magma y la materia viva.
La fotosíntesis de las plantas capta la mayoría de la energía que utiliza el ambiente, por medio de la cual se producen las sustancias primarias que se transforman en miles de otras formas en los seres vivos y le dan su funcionalidad; adicionalmente, con la energía del calor se moviliza el agua, que se encarga de equilibrar la atmósfera, los océanos, los suelos y la vida de todo lo que existe.
En los seres vivos la energía fluye a través de la cadena alimenticia: las plantas, las “productoras”, la captan del sol y se transfiere a los animales herbívoros que se alimentan de ellas; y de éstos pasa a los carnívoros, a los omnívoros como nosotros, y a los “descomponedores” quienes recirculan esta energía acumulada y la devuelven de nuevo al ambiente.
Los resultados del funcionamiento de estos procesos se manifiestan en la calidad de la atmósfera y el agua, la salud de los bosques, océanos y suelos y en la salubridad ambiental para cuidar de la vida.
Seis ingredientes de la vida que el medio ambiente recicla.
La materia que existe en el planeta Tierra nos las entregó el Universo durante su formación; la que sostiene la vida se recicla para poder garantizar su disponibilidad.
El ciclo del agua se encarga del control general de la energía y vincula los ciclos de seis elementos clave para la vida: hidrógeno, oxígeno, carbono, nitrógeno, azufre y fósforo.
El hidrógeno es el combustible más abundante del Universo, el oxígeno nos permite respirar y el carbono forma parte de las estructuras vivientes, todos controlados por la fotosíntesis de la materia verde del planeta.
Los otros tres elementos hay que hacerlos solubles en el agua para que las plantas los puedan absorber como nutrientes y lleguen a formar parte de nosotros.
El nitrógeno, abundante en el aire, es un gas y el azufre es gaseoso, presente en las emanaciones volcánicas y en residuos en descomposición, o sólido en depósitos en el suelo, y ambos los procesan los microrganismos del suelo para que las plantas los puedan absorber.
El fósforo es sólido, es el más escaso en la naturaleza, se encuentra en el suelo y debe ser disuelto en agua para su aprovechamiento vital.
Seis componentes clave que permiten la vida pues forman parte del material genético (ADN), las proteínas, fosfolípidos… y el ATP (adenosintrifosfato) que controla nuestra energía.
En paralelo, el ecosistema recicla otros minerales que llegaron en los fragmentos de estrellas y están en la superficie o en el magma, entre ellos: el hierro que transporta el oxígeno en nuestra hemoglobina, el magnesio, el centro de la molécula de clorofila que transforma la energía solar; el potasio y el sodio que intervienen en el intercambio activo de nutrientes en la membrana de las células que nos dan la vida; el calcio, el elemento estructural de huesos, conchas y cáscaras… y muchos otros
Procesos inteligentes interrelacionados entre sí, para que la energía fluya a través de los ecosistemas, originando movimientos cíclicos de los elementos que la biología utiliza para la vida.
Procesos variados están destruyendo el ambiente.
El desequilibrio que causamos los humanos en el ambiente ha sido devastador y nos exige que lo detengamos a tiempo o sus efectos serán aún peores; ciclos virtuosos que se autoalimentan y fortalecen su poder de destrucción, cada vez más frecuentes:
- La eliminación de bosques acarrea sequías y altas temperaturas, se activan los vientos e incendios, y más zonas boscosas quedan calcinadas.
- El consumismo descontrolado afecta el clima y los sistemas naturales de aguas, suelos y océanos; incrementan nuestra huella de carbono, desastres naturales y la pérdida creciente de especies animales.
- El calentamiento global acerca las temperaturas del ambiente a las del cuerpo humano, lo que reduce la eficiencia de las personas y de todos los sistemas naturales… la ralentización que se profundiza y frena los procesos de la vida.
- Las reservas de metano, un gas invernadero más pernicioso que el CO2 retenido en el subsuelo, en el océano y en el permafrost, pasaría a la atmósfera si se derrite el hielo polar.
- Los pesticidas para controlar plagas en los cultivos están eliminado las abejas polinizadoras de las plantas, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del mundo.
Ante todos estos hechos tan evidentes, la mayoría de nosotros, habitantes de este ambiente, parecemos estar ausentes de realidades tan dramáticas…
¿No deberíamos preocupamos con más seriedad por el cuidado del ambiente?
¡Hagamos el cambio!
“Nunca la sabiduría dice una cosa y la naturaleza otra.»